viernes, 21 de octubre de 2016

CRÓNICA DE UN DESASTRE ANUNCIADO

 Foto: Yahir Ceballo (Proceso)

Uriel Flores Aguayo
@UrielFA

Vivimos una muy agitada vida pública en Veracruz, con novedades diarias; los cambios reales y profundos son así, con incertidumbre y hechos inéditos. La alternancia nuestra sí abre un periodo de cambios, es efectiva, como se está viendo en los sucesos políticos que sacuden a Veracruz. Desde luego que las transformaciones urgentes no vendrán de un exclusivo cambio de siglas y personas, sino de las reformas legislativas y de sustancia en el ejercicio de Gobierno.
El momento político de Veracruz, es inquietante y difícil, cargado de problemas y desafíos, como resultado directo del ejercicio del poder de un grupo político del PRI. Fueron doce años de conducción errática, frívola y personalista, con demasiado peso en la figura del Ejecutivo. Después del primer trienio de Fidel Herrera, donde hubo relativos contrapesos legislativos y partidistas, vinieron nueve años de desenfreno combinado entre él y Duarte.
Es obvio que las finalidades del grupo Fidelista se fueron revelando gradualmente, destacando el discurso grandilocuente en el primer sexenio y la falta de discurso en el segundo. De alguna manera, en plan de caricatura, el culto a la personalidad se heredó de un gobernador al otro, dejando solo en la memoria las formas populacheras o populistas que fueron el sello de Herrera. Para cualquier efecto el balance de la docena gubernamental debe hacerse en conjunto, a partir de la decisión personalista sobre el segundo candidato oficial. No puede abstraerse el exgobernador Herrera, de las consecuencias de la administración en curso, ya que el jugó un papel fundamental en la sucesión gubernamental que lo relevó. 
En las ideas de la cabeza del grupo político dominante había la intención de perpetuarse en el poder, una especie de máximato, pero sobre todo la finalidad propia de cubrirse las espaldas. Él escogió a su relevo después de un proceso de formación y convencimiento de fidelidad absoluta. Si Duarte tenía o no la capacidad para gobernar era secundario para su padrino político y asunto menor para sus colegas de partido que también deberían asumir autocríticamente las consecuencias de un gobierno fallido. 
El grupo dominante en segunda versión, ahora encabezado por Duarte, hizo menos trabajo político y le apostó al control antidemocrático de la entidad. Su perfil derivó en contenidos administrativos y formas anacrónicas. Sin discurso claro y en la opacidad total, con un gobierno de amigos, fue perdiendo presencia y peso en la vida pública, cediendo espacios a la delincuencia y a los grupos de poder, formales e informales. La quiebra financiera nunca enfrentada con seriedad trajo parálisis en la obra pública, descenso casi total en los programas sociales y regateo permanente de recursos etiquetados para los municipios. 
Pocas veces se pueden ver tan claramente los efectos de formas personalizadas en el ejercicio del poder, esas modalidades anacrónicas que asfixian la vida pública, fomentan la corrupción y crean condiciones de inseguridad generalizada. Ver a un gobernador como Duarte, a diputados federales y locales oficialistas, ocupar espacios, recursos y representación para combatir ilegalmente a la oposición y a su líder principal, Yunes Linares, era el anuncio de la crónica de un desastre anunciado. 

Ahora todo pinta negro para el grupo Fidelista, aunque ya escindido, sin cabeza, desprestigiado y perseguido. Se encerraron en una burbuja, no entendieron los contextos nacional e internacional, solo escucharon a sus amigos, excluyeron grupos afines, vieron como enemigos a los opositores, trabajaron para ellos en plan faraónico, renunciaron a la política, no supieron de democracia y se creyeron genios con resultados desastrosos. Lo de menos es que paguen política y penalmente, el problema es cómo vamos a salir de la profunda crisis general en que nos metieron con sus experimentos y frivolidades. Esa será la compleja tarea del gobierno de la alternancia. 
No deja de ser desalentador que Morena, una fuerza política emergente y con la confianza de mucha gente, en voz de su dirigente y su ex candidato, no tenga la capacidad o la honestidad de entender la situación que vivimos y todo lo reduzca a generalizaciones y ocurrencias. 


Recadito: Convivio del MOPI-VER el sábado 22 de octubre, con motivo de su aniversario 27.