lunes, 31 de julio de 2017

Lecciones de eticidad tributaria





Silvino Vergara Nava

“Probablemente, es difícil encontrar
una época en que sea tan grande
la cantidad de personas humilladas”.

Albert Camus

Si el Estado se conforma con la finalidad de otorgar certidumbre y paz entre las personas viviendo en sociedad, es necesario que las instituciones que conforman el Estado, esto es, el poder político, se comporte de tal forma que permita que sus acciones, las leyes que se establece, las sanciones que impone y las políticas públicas que determina permitan al ciudadano contar con la mayor confianza y credibilidad en sus propias autoridades; por ello, dichas autoridades, cuando realizan sus acciones, no deben sorprender, engañar o falsear ante las personas, pues esto contraviene el denominado “principio de eticidad” (Zaffaroni, Eugenio R., “Manual de derecho penal”, Ediar, Buenos Aires, 2011).
Este principio se vulnera muy fácilmente pues, con el afán de perseguir a los infractores o delincuentes, las autoridades administrativas, fiscales, policiales, aduaneras y judiciales actúan engañando, traicionando y mintiendo para imponer multas, cumplir sus metas estadísticas o sancionar a los gobernados y justificar la existencia de esos órganos estatales, ya que las acciones que se realizan de esa forma repercuten en la forma en que el ciudadano visualiza a sus gobernantes. Esto provoca incertidumbre por parte de la propia población y pierde legitimidad el poder político; además, en un grado avanzando, este tipo de conductas por parte del Estado causa violencia innecesaria y se pierde credibilidad por parte de los electores —lo cual puede ser una de las causas por las cuales no se acuda a votar— y, al final del camino, no hay razón de la existencia del Estado y sus instituciones.
Debido a ello, el Estado, sus políticas publicas y, principalmente, los servidores públicos no pueden, con el afán de imponer sanciones a los particulares o, en su caso, observar la comisión de infracciones e incluso delitos, estar sorprendiendo a las personas, lo cual es muy común que se presente en el día a día en las acciones de las autoridades; por ejemplo, implementan medidas sorpresivas —que contraviene el principio de seguridad jurídica—, faltan a su propia palabra —algo muy común en las oficinas públicas—, tratan de pasar como otro ciudadano con la finalidad de sorprender al comerciante, al dependiente de un negocio, etc., para levantar una infracción. Lo mismo pasa en el periodo de vacaciones generales, cuando las autoridades realizan inspecciones, verificaciones y notificaciones a los gobernados, lo cual les provoca incertidumbre debido a que desconocen qué acciones deben tomar ante estas irregularidades; más que la afectación al gobernado, lo que provoca esto es falta de credibilidad en las instituciones del Estado, pues si éstas mienten con la finalidad de cumplir con su trabajo, entonces qué se puede esperar de un simple ciudadano de a pie.
            Lo cierto es que este tipo de conductas, más que afectar al infractor y al delincuente para frenar sus conductas, en realidad sorprenden al ciudadano de buena fe, y cuando ese ciudadano cualquiera adquiere por la experiencia que no debe creer en sus propias autoridades —lo cual es inaudito en países del primer mundo—, sabe que siempre debe tomar sus reservas ante la autoridad, que no le puede depositar toda su confianza, pues corre el riesgo de ser sorprendido, sancionado y afectado; por ejemplo, una invitación de la autoridad fiscal que le notifica a un contribuyente repercute posteriormente en una multa, lo que provoca falta de fe en las instituciones y la violación al principio de eticidad, que afectará más la relación del ciudadano con el Estado, una relación del particular y la autoridad más áspera, tensa y violenta. Debido a todo esto, resulta necesario que las autoridades tengan conocimiento de ese principio de eticidad con el cual deben actuar si es que al tomar posesión de sus cargos públicos protestaron la Constitución, ya que en ella no se sostiene que puedan actuar como los ejemplos mencionados, sino que deben comportarse de tal forma que protejan, tutelen y garanticen los derechos de los gobernados, y es claro que dentro de los derechos de la población no se encuentra el ser sancionado, sorprendido, castigado o engañado.

Este tipo de conductas va en contra de las propias instituciones y de los servidores públicos; por ello, ante la pregunta de quién vulnera más la ley, si es el particular o la autoridad, se ha sostenido (Gargarella, Roberto, “El derecho bajo protesta”, Ad Hoc, Buenos Aires, 2007) lamentablemente que es la autoridad y no el particular. Verdaderamente se requiere urgentemente de lecciones de eticidad.
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LA CONDICIÓN HUMANA


Uriel Flores Aguayo
@UrielFA

Mucho se ha dicho sobre la condición humana, de como la personalidad, las influencias más cercanas y las ambiciones propias determinan el comportamiento de los hombres y mujeres con poder y liderazgo. Seguramente se continuará escribiendo infinitamente. Es muy común que las personas se transformen cuando ocupan un puesto de autoridad, desde espacios minios hasta cargos de Gobierno o representación. No se han podido delimitar suficientemente los ámbitos privado y público; reina el patrimonialismo en México. El tipo de personas marca en lo esencial los espacios de autoridad, más allá de las leyes. El déficit democrático de nuestro país abre un margen gigantesco de discrecionalidad en el comportamiento político. 

Ocurre que los procesos más oscuros pueden darse por inercia, con la participación de mucha gente pero desconectados entre sí. Es un sistema con vida propia, independientemente de sus actores u operadores. Finalmente la condición humana se impone sobre leyes y reglas de civilización. La calidad e intereses de sus operadores guían al sistema, no a la inversa; son sistemas débiles e inciertos. Una personalidad fuerte impacta el rumbo de un gobierno, lo amolda a su gusto y lo suele convertir en la  etapa de  un proyecto de largo plazo. Somos una sociedad dispersa, de pocas ideas y dependiente en exceso de figuras providenciales de diversos signos. Ahí están algunas de nuestras mayores fallas. 

Sin duda el mundo funciona con líderes de todos los niveles, cuya personalidad suma o resta a las instituciones que representan; de mayores controles legales y tradiciones democráticas se esperan figuras normales, rindiendo cuentas y cumpliendo eficazmente con sus responsabilidades; al contrario, de márgenes amplios de discrecionalidad solo puede recogerse corrupción y desorden. Los líderes sin contrapesos, absolutos, pueden cometer barbaridades y caer fácilmente en las tentaciones autoritarias y dinásticas. Cuando se dejan las decisiones en unas manos se pone en peligro todo, dejando al humor y carácter de una persona el destino de programas y presupuestos. 

El interés de una persona o un grupo se puede envolver en sigla partidista y en discurso variado, desde el justiciero hasta el reaccionario. Es impresionante como puede ser tan influyente en los políticos la pareja, la familia o los amigos; revela atraso democrático que personas no electas o designadas participen de las medidas que tomen las autoridades. Es gigante el reto de volver transparente, republicano, normal y útil el aparato público en sus círculos de decisiones. Al final, siempre estará latente el riesgo de que algo se decida por simple condición humana. 

El sujeto que prendía los hornos de exterminio nazi pensaba que solo cumplía órdenes, Victoriano Huerta y Pinochet acataban órdenes de sus respectivas esposas, Vicente Fox santificó a la señora Sahagún, los soldados que  dispararon en el 68 creían que los estudiantes eran guerrilleros, el que golpea o mata a su esposa piensa que le pertenece, los sacerdotes ven la vida a través de dogmas de siglos pasados, el político hace demagogia y roba por usos y costumbres, etc.



Recadito: Pesimismo de la inteligencia y optimismo de la voluntad...
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viernes, 21 de julio de 2017

LA SERIA RAZÓN EN FUGA



Uriel Flores Aguayo
@UrielFA

Nuestra vida pública política tiene mucho de inercial, se da casi igual con o sin nosotros, se repite al infinito y se encierra en un círculo vicioso. Los personajes y discursos son repetitivos con tendencia polarizante, dejando para después las razones y los rumbos renovadores. La vida pública en general es sana y amplia, ahí hay deporte, arte, educación y redes comunitarias; el déficit radica en legalidad y democracia, dejando en manos de unos cuantos las desiciones fundamentales sobre la colectividad.

En descargo de los actores políticos de nuestro país hay que señalar que en la parte latina de nuestro continente la realidad política no es muy distinta, qué abundan las democracias de fachada y la fusión abierta de asuntos públicos con intereses privados. No es consuelo algo así pero permite tener un contexto y la perspectiva. Mucho de lo que hace falta fuera igual nos vendría a mejorar las condiciones de convivencia social y eficacia gubernamental. Más derechos a la gente, transparencia y austeridad de las autoridades, información y sufragio libres, ciudadania plena y total inclusión social son indispensables para esta etapa en la vida de nuestra sociedad.

Los líderes, hay que volver sobre ellos una y otra vez, tienen una gran responsabilidad desde la palabra pero sobre todo en las medidas que toman para atender sus responsabilidades legislativas y ejecutivas; no tiene sentido que llenen de paja sucia los espacios públicos y que se queden en la defensa de sus pequeños privilegios, que insistan en verse tan chiquitos frente al espejo de sus obligaciones. No se representan a si mismos, fueron mandatarios por el sufragio popular para cumplir correctamente con ciertos encargos y juraron solemnemente ante la Constitución. La política debe ser reservada para los mejores ciudadanos, los más preparados y honorables.

Aunque valen más los hechos también en la palabra hay mensajes claves a la hora de explicar, orientar y convocar a la gente. Puede haber argumentos u ocurrencias, opiniones o desahogos, seriedad o especulaciones, verdad o posverdad, conciliación o enfrentamientos, mitos y realidades, razones o demagogia, etc.. En esas posibilidades se mueven los líderes políticos, con una gran responsabilidad en lo que digan; pueden ayudar a lo mejor o reforzar lo peor de nuestra vida pública. No es problema de colores partidista, la pluralidad se respeta y es indispensable, es la circunstancia que coloca a personas concretas ante una realidad donde tienen que decidir avances o retrocesos, nombramientos y la ruta inmediata que los premia con continuidad o los castiga con la marginación.

Sin afirmar su desaparición si se puede considerar que no estamos en México ante un debate ideológico; hay confrontaciones de estilos y nombres, de algunas propuestas, de colores que dicen poco y en la apuesta a la fe. Hay liderazgos que presentan algunas ideas elevándolas, quieran o no, a una especie de doctrina; pero eso no es ideología ni garantiza controles y contrapesos. Finalmente el factor determinante, implantado históricamente, es la condición humana pero más su nivel cualitativo. Es el líder, con su fuerza y voluntad, quien marca el ritmo y alcance de un proceso social y político. Incluso, una pareja o esposa puede llegar a ser más influyente que los ministros y los legisladores; tenemos el ejemplo de las mujeres de Victoriano Huerta, Augusto Pinochet, Vicente Fox, etc., quienes sin cargo alguno tomaron desiciones de Estado y empujaron a sus cónyuges a definirse contra la legalidad o la esperanza de cambio.


Recadito: Un aplauso a nuestras fuerzas de seguridad y a sus jefes por la sacrificada y muy poco reconocida labor de protección a todos nosotros.
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BATALLAS MEDIÁTICAS


@BarbaraCabrera

¿Será que quien hace política pacta con los poderes diabólicos que acechan a todo el poder?, así lo dijo en alguna ocasión Max Weber

Ya se vaticinaba. Después de las elecciones en Estado de México, Veracruz, Nayarit y Coahuila, los ánimos continuarían su efervescencia con altas posibilidades de desbordarse. Y se hizo realidad. Todo #MéxicoLindoyHerido es territorio de grillas y peleas mediáticas para llegar o conservar el poder.
Partidos tradicionales, dinosaúricos, satélites, alianzas y coaliciones advenedizas, así como los cada vez más ansiosos independientes ya se vieron en una curul, casa de gobierno, palacios municipales y algunos de ellos, en los mismísimos Pinos.
Hoy, gobernantes y representantes curuleros [de Curul, no sean mal pensados] arman tremendas batallas campales mediáticas, las que se intensifican en redes sociales, para acaparar reflectores, llevarse una estrellita y ser considerados héroes o heroínas de tal o cual política pública; o bien osan reclamar su paternidad a determinadas reformas legales. Viven en el perpetuo jaloneo. Sin importarles las formas, ni el tono. Hacen y harán de todo por estar, por permanecer, por ser votados y jamás botados.
Las batallas mediáticas al interior de los partidos políticos han iniciado, todos se pelean y manotean por obtener alguna candidatura, se avizora ya una rebelión en la granja. Son esas batallas mediáticas de chapulines que saltan de un puesto público a otro. De un partido a otro o quizá brincan para declararse independientes. Dicho sea de paso, la mayoría, con  un desempeño mediocre y sin una verdadera rendición de cuentas, de cara a los electores.
Vivimos en batallas mediáticas de destapes y pronunciamientos. Batallas mediáticas a partir de las cuales se cree menos en las Instituciones. Batallas mediáticas con autoridades alejadas de la realidad que implementan políticas públicas desfasadas, que descuidan la resolución de problemas fundamentales. Y cuando creen hacerlo, termina en disminución de derechos, incremento de penalidades o mediadas simuladas.
Batallas mediáticas que enfrentan activistas, periodistas, comunicadores y ciudadanos  contra un #GobiernoEspía. Como dictan los cánones de la teoría orwelliana en su 1984, un Peña nos vigila ¡De ese tamaño es la paranoia y el miedo gubernamental! El tiempo pasa y ¡El gobierno tiene miedo! http://bit.ly/1g6Um3k
Batallas mediáticas que libra Enrique Peña Nieto que cual Quijote peleando contra los molinos de viento, en su afán por recuperar lo que nunca tuvo: legitimidad y aprobación [ya sé que solo lo aplauden los peñalibers http://bit.ly/2naTWZV]
Batallas mediáticas de ayer y hoy. Siempre presentes, poco queridas.
No obstante, esas batallas mediáticas no solo tienen como escenario la arena donde se disputa el poder por roer el hueso, sino que se extienden al escenario ciudadano, donde unos se pelean con otros. Segmentación que solo contribuye a empoderar a los ya enquistados en el poder.
¿En serio seguiremos igual? ¿Se han puesto a pensar al final quien gana y quienes perdemos? Tomen nota, el gobierno se aprovecha de la escasa cultura de participación político-ciudadana y seguirá así hasta que no tomemos cartas en el asunto.
En suma, para derribar las barreras del status quo: escuchen, vean, lean y contrasten más todo el tiempo. Solo así saldremos victoriosos de las batallas mediáticas que enfrentamos y las que se avecinan. Es preciso desterrar la mentalidad de manada.
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!
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LOS COSTOS DE LA TRANSICIÓN



Samuel Hernández Apodaca
@iusfilosofo


¿Por qué a pesar de que las encuestas posicionaban a Delfina Gómez como ganadora en el Estado de México, los resultados fueron diferentes? ¿Qué falló en aquella Entidad para que el triunfo de Delfina Gómez fuera contundente? Muy posiblemente los involucrados directos en la campaña, pueden argumentar mañas en la elección, dispendio de recursos, acarreo de electores, amenazas o presiones o compra directa de voto. Más allá de esas obviedades, lo que faltó a la campaña de MORENA en el EdoMex fue que Andrés Manuel generara rupturas de poder, desbandada de grupos o estableciera acuerdos con ciertos poderes fácticos.

La transición en el Estado de México fracasó no solo por las mañas que desde el gobierno -en complicidad con su partido- se realizaron para ganar la elección, sino también por la soberbia de la clase dirigente de MORENA, quienes confiados en que ganarían solos la elección no buscaron alianzas estratégicas con nadie.

Si queremos que la transición tenga otra oportunidad en esta país, en esta ocasión del lado “izquierdo”, no debe sorprendernos que existan adhesiones públicas a la campaña de Andrés Manuel, muchas de las cuales pueden ser condenables ante los ojos castos y pulcros de un sector que se le enseñó que hay “malos muy malos sin perdón posible” y que hay “malos a los que se les pueden perdonar ciertos pecadillos”.

Hace diez años se le condenaba al PRD por sus alianzas con rompimientos del PRI, pero nada se decía de las candidaturas ciudadanas o con grupos sociales. Hoy ese tipo de condenas se hacen contra Andrés Manuel y MORENA, por las adhesiones que ha tenido en los últimos meses de actores de muy criticable imagen. Coincidentemente esas descalificaciones provienen de dos tipos de personajes: los cercanos al poder y los que antes militaban del mismo lado que AMLO.

¿Debemos prepararnos para un escenario donde la campaña de Andrés este respaldada por los que antes eran sus adversarios? Muy posiblemente deba ser así. ¿Es posible generar una nueva transición con visión de izquierda si se hacen alianzas con ciertos grupos de poder? En mi opinión desde luego que es posible ¿Qué puede pasar en las filas de MORENA  cuando los críticos del poder y los beneficiarios en algún momento de ese poder se junten? La capacidad de cohesión de Andrés Manuel estará a prueba en sus propias filas.

Lo cierto es que si queremos una nueva transición en México, debemos estar preparados para un escenario que puede no gustar mucho; las alianzas pragmáticas han demostrado que son viables para romper hegemonías. Un ejemplo reciente, lo encontramos en Veracruz. Así que en el caso del Movimiento de Regeneración Nacional, sus militantes y aspirantes deben prepararse para que muchas de las candidaturas que estarían destinados para cuadros de ese partido terminen destinadas para las alianzas de quienes firmen el Acuerdo Político de Unidad. Esos son algunos de los costos de la transición.

Por hoy es todo, nos leemos la próxima. Carpe diem.
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viernes, 14 de julio de 2017

LA LEVEDAD ESENCIAL DE LA VIDA



Uriel Flores Aguayo
@UrielFA

Los políticos se la pasan hablando de política, sus inquietudes e intereses saturan los espacios mediáticos; mucho de eso es superficial o falso, ni desarrollan ideas reales y propuestas ni son consecuentes con sus dichos; en gran medida la tragedia de México, en forma de pobreza e ilegalidad, mucho tiene que ver con la baja calidad de nuestra política y de nuestra democracia. La competencia en espacios y tiempo con la política es la farándula y el futbol, es cuestión económica y empresarial; los actores televisivos y los craks futboleros son modelo de la juventud y ciertas capas de la población. Tenemos un déficit grave en centralidad mediática con la educación, el arte y la ciencia; es cultural nuestro rezagos mayor. Hay quienes desde el mundo de la política creen que sus opiniones son lo más importante, que sus defensas o cuestionamientos son la expresión de las inquietudes de la gente. Yo lo dudo.
En aras de mantener algunos privilegios, chicos y grandes, hay quienes descienden bruscamente en calidad humana, promueven la mentira y los peores comportamientos. Son los políticos tradicionales, acostumbrados a ser vivales y pasar por encima de quién sea y hacer lo que sea, aun lo más bajo, para lograr sus fines. En mi experiencia se requiere mucho estomago para sobrellevar el trato o la observación de esos políticos de pacotilla. La política hueca y de interés personal o de grupo no sirve para la sociedad, al contrario, es un obstáculo para el desarrollo.
No quiero incurrir en los vicios que describo líneas arriba, hablando desde la tribuna de la política; hago una breve y extraña introducción para hablar de lo importante. Hay un millón de asuntos y temas que son más importantes que la vida política; hay ciencia, hay arte, hay educación, hay salud, hay comunidad y familias con sus actos cotidianos, sus retos y logros. La recreación de nuestro entorno, la proximidad personal y el día a día nos dan sentido y reafirman la importancia de cada quien, solo o en grupos. El descanso, la naturaleza, los panoramas, la comida, el diálogo, el afecto-amor, la ternura de los pequeños, el brindis, el abrazo y la diversión, entre miles de posibilidades de actos vitales, congregan el tiempo y las formas en que vamos viviendo, en que trascendemos y nos preparamos para el día siguiente, para el mañana. 
Es más importante desear el bien, sin condición ni fachada, para sentirse bien y lograr algo bueno y mejor para los semejantes, familiares, compañeros y amigos, que estar pensando en el sentido de su voto o su pertenencia a alguna sigla partidista. Siendo seres humanos condicionados por el entorno social es indispensable un grado mayor de humanización. Humanismo para tener armonía propia y social, para vivir en paz y llegar a una sociedad superior, conciliada con el medio ambiente, sustentable, libre y desarrollada. 
Quiero que las nuevas generaciones, los niños, los de cerca y lejos, sean felices, vivan con salud y reciban un mundo mejor; ese mundo es su casa, su colonia, su ciudad o su población en general. Para lograrlo  hay que desearlo, practicarlo y sostenerlo en alto, como bandera en la vida, de todos los colores. Lo importante está en la sonrisa de nuestros niños y jóvenes, en su felicidad; si lo conseguimos y sostenemos, valió la pena vivir.

Recadito: Mis pensamientos están con Jania, una Estrellita que nos ilumina e ilusiona.
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viernes, 7 de julio de 2017

LOS ANÓNIMOS Y LAS PILTRAFAS



Uriel Flores Aguayo
@UrielFA

Hace algún tiempo los anónimos eran excepcionales y remitían al  misterio; todavía con ese espíritu tradicional se usan en los actos de la delincuencia para la extorsión. Cuando se sabía de alguna carta anónima se desataban las especulaciones. Los anónimos eran cobardes o chistosos, se ocultaban para amenazar o para enamorar, había quien denunciaba a alguien o jugaba alguna broma. Supongo que los anónimos han existido siempre y seguirán circulando al infinito. En los tiempos que corren, del internet y las redes sociales, se ha abierto un océano de posibilidades para los anónimos, el que ya actuaba así y los que descubren un panorama inmenso y fácil. Es hasta un juego crear perfiles sin rostro y ficticios para decir lo que se quiera sin consecuencia alguna. No todos los anónimos tienen intenciones dolosas, muchos guardan discreción natural. Son nuestros tiempos, de comunicación instantánea y masiva. 

Las dificultades para hablarnos quedaron muy atrás, basta un teléfono para vernos y decir lo que queramos. Lamentablemente será lento, muy gradual, el proceso de alfabetización tecnológica en términos sociales; nuestra adaptación al buen uso de las redes también será parte de un largo y sinuoso trayecto. Por mucho tiempo, tal vez para siempre, habrá de todo en las redes sociales, como reflejo que son de la sociedad. Habrá más comunicación y conocimientos en el mundo virtual, como seguramente también amenazas  y riesgos. Se requiere buen manejo y contactos sanos para hacer frente a las partes nocivas que, queramos o no, estarán presentes en las redes.

En estos días tuve oportunidad de conocer de cerca lo dañino y fácil que resulta el manejo perverso de los anónimos en las redes sociales. Alguien sin nombre y rostro coloca una carta difamatoria de una persona, es retomada por otras y, curiosamente, de ella hace una nota un portal informativo. Sin omitir el daño que puede resultar de esta acción hay que asumir que es parte de lo que en las  redes aparece y desaparece, lo que se esfuma en minutos y casi no deja huella. Al respecto hay que mencionar, como ejemplo, que el sitio "Deforma" es de los más visitados a nivel nacional siendo una parodia del periódico Reforma. El problema del caso que menciono es su escalamiento de las redes a un manejo informativo pretendidamente periodístico. Ahí está el peligro para cualquier ciudadano; si los anónimos pueden volverse nota de prensa, estaríamos entrando a un ciclo nocivo para la integridad y la verdad de la gente. Es un exceso que los acusados tengan que salir a aclarar calumnias.

Así están las cosas en nuestro mundo, hay una lucha feroz y cotidiana entre lo real y lo virtual, entre la verdad y la mentira, entre el rostro con nombre y lo anónimo, entre el valor y la cobardía, entre la maldad y la bondad, entre la educación y la ignorancia, entre la condición humana y la esperanza de un mejor ser humano. Las redes permiten que se exprese lo mejor y lo peor de nosotros. Hay gente muy menor, mediocre y perversa que se aprovecha del anonimato y facilidad de las redes para dar rienda suelta a sus frustraciones y bajos instintos. Hay que aprender a vivir con eso, estar alertas y apelar al nombre propio para superar cualquier acto doloso de la escoria social que se presume mala e indecente. 

Quienes usan las redes como desahogo y para atacar normalmente no tienen nada que perder pues no cuidan prestigio alguno, carecen de él. La regla indica que no hay que hacer mucho caso a las mentiras provenientes de gente sin credibilidad. Tal vez si se vuelve sistemático, en los casos de nivel patológico, baste algún comentario firme y definitivo. Es muy dudoso el resultado cuando se trata de personas sin escrúpulos y dedicados a la extorsión como vivales que son. Entre más lejos se esté de ellos es mejor hasta por salud mental. Siempre hay que mantener la moral en alto pues intentarán golpear la dignidad al no tener capacidad ni cualidades para una crítica  y un debate político.


Recadito: La banda de "Los piltrafas", "Trastupijes" y otros, se consumen en odio patológico. Hay que verlos de muy lejos para no contaminarse.
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1997





Silvino Vergara Nava

Sentir que es un soplo la vida
que veinte años no es nada…

Letra del tango “Volver” (1935),
de Carlos Gardel

Año de 1997, en México gobernaba Ernesto Zedillo. Se estaban cumpliendo dos años de la masacre de Aguas Blancas, en el estado de Guerrero, que dejó 17 muertos y 21 heridos. Suceso que, por no juzgarse en nuestros tribunales, posteriormente fue denunciado en España para que se juzgara en ese país a los responsables atendiendo a la existencia de la denominada “jurisdicción universal subsidiaria” en su legislación, aunque lamentablemente no aconteció, ya que se reformó su ley previo a que se dictara sentencia.
En ese mismo año, transcurría el tercer aniversario de vigencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), aunque todavía no se veían los estragos que causó a la industria nacional, al empleo, al medioambiente mexicano, a la soberanía alimentaría y al sistema financiero, que aún contaba con instituciones que eran propiedad de banqueros nacionales, cuando el valor de un dólar era de $8.00 pesos y la migración provenía de las clases más necesitadas y no de cualquier estrato de la sociedad como ahora; en las calles no se veían todavía las muestras de la globalización: pobreza extrema, migrantes extranjeros, inseguridad pública y centros comerciales suntuosos por doquier. En esas mismas fechas entró a costas mexicanas el huracán Paulina, principalmente en los estados de Guerrero y Oaxaca, que dejó 400 muertos según el dato oficial, aunque las imágenes y los testimonios daban cuenta de otros números.
En enero de 1997 inició su segundo periodo de gobierno Bill Clinton, en Estados Unidos de América. Por otra parte, en México, en las elecciones federales intermedias, por primera vez el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados, lo que dio paso a que tres años después perdiera la Presidencia de la República. Finalizando el año, el 22 de diciembre de 1997, se llevó a cabo la matanza de Acteal, en Chiapas, que dejó —según los datos oficiales— 45 muertos y que fue un escándalo nacional. Hoy el genocidio permanente en el que vivimos ya dejó de ser noticia.
En 1997 la comunicación se realizaba principalmente por teléfonos fijos, aunque las compañías de celulares continuaban expandiéndose pero sin llegar a la tecnología de hoy con el smartphone y sin abarcar todo el territorio nacional con su red de celulares. En ese año cualquier oficina, tanto gubernamental como particular, requería como herramienta indispensable un fax para poder transmitir documentos, Internet todavía no se propagaba como lo conocemos actualmente; en las universidades mexicanas la elaboración de una tesis y su defensa era requisito indispensable para obtener el grado de licenciatura, en esos tiempos aún no llegaban las políticas públicas de programar diez opciones de titulación, que han provocado la disminución lamentable en la calidad de los profesionistas y la propagación de licenciaturas, maestrías y doctorados de muy penoso nivel.
En el ámbito jurídico-tributario, hace veinte años los contribuyentes presentaban las declaraciones en forma impresa y necesariamente debían acudir a adquirir los formatos a las pequeñas papelerías, por lo que todavía se requería de las maquinas de escribir para teclear las declaraciones, además de que los pagos se realizaban de forma trimestral, tanto del Impuesto Sobre la Renta como del Impuesto al Valor Agregado con una tasa de 15% y, en zonas fronterizas, del 10%. No existían las denominadas declaraciones informativas ni menos aún la obligación de inscribir a los socios y accionistas ante el Registro Federal de Contribuyentes. Para verificar a los contribuyentes, la autoridad fiscal se sustentaba en los dictámenes de estados financieros elaborados por contadores públicos colegiados y altamente capacitados, que se presentaban cada año por contribuyentes obligados y opcionales. Todos los dictámenes se presentaban en forma impresa, igual que los comprobantes fiscales, por los que había que acudir a imprentas autorizadas. En el Código Fiscal de la Federación ya se habían iniciado las visitas de inspección para verificar a los contribuyentes la expedición de dichos comprobantes fiscales. En ese mismo 1997 se modificaron en la legislación los requerimientos denominados “invitaciones”, y la mayor fiscalización se realizaba por medio de las visitas domiciliarias.
Para 1997 no existía la Ley Federal del Procedimiento Contencioso Administrativo —que regula el juicio contencioso administrativo—, del actual Tribunal Federal de Justicia Administrativa, que para esos tiempos aún se denominaba Tribunal Fiscal de la Federación, tal como se le nombró desde su conformación por el presidente Lázaro Cárdenas. Solamente había un tipo de juicio y un plazo de 45 días hábiles para interponerlo; las salas regionales de ese tribunal, al igual que las oficialías de parte de los juzgados de distrito y de los tribunales colegiados de circuito, cerraban sus puertas a las 15:30 horas.

En 1997 aún no se hablaba de los derechos humanos en los medios de comunicación y menos aun en los tribunales, y hoy por todos lados no se deja de hablar de ellos cuando paradójicamente con los smartphones los propios ciudadanos renunciamos a los derechos de intimidad y privacidad. Actualmente, se cuenta con la obligación del envío de la contabilidad, que es una fiscalización permanente y sin orden previa por escrito pero, a decir de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, es una obligación acorde con la Constitución, lo mismo que sucede con todas las obligaciones que ahora se realizan por medios electrónicos, donde después de veinte años se redujeron los plazos de los medios de defensa de los contribuyentes con la justificación de que se hace para la mayor protección al derecho de inmediatez de los juicios. Y en harás de protección a los derechos humanos, se implementó la Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita, así como la Unidad de Inteligencia Financiera, de la SHCP, para tratar a simples contribuyentes como presuntos delincuentes. Como colofón, en las visitas domiciliarias a los contribuyentes de este nuevo milenio la autoridad tributaria acude acompañada ya no de la máquina de escribir para levantar el acta, sino de computadoras portátiles y de miembros del Ejército o de la Marina, a un simple domicilio de un gobernado, para resguardar la seguridad en la diligencia. Todos estos derechos humanos en 2017 son protegidos por los tribunales, que ya no motivan y fundan sus resoluciones sino que “ponderan” sus decisiones para “descubrir” en la sentencia qué derecho es de mayor peso e importancia. Pues bien, a veinte años de cambios, si que nos falta mucho por hacer, pero el primer paso es que nos demos cuenta de ello.
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